GÉNERO  Y  PANDEMIA POR COVID 19

Rosa Jiménez Bóveda
                                                                                              FEA Psicóloga Clínica USMC ORIENTE
                                                                                              UGC HUV ROCÍO. SEVILLA,




A pesar de las múltiples advertencias que se nos están dando, sobre la inevitabilidad de un cambio radical en nuestros valores sociales y en nuestros estilos de vida, no parece que se estén poniendo en marcha mecanismos para modificar los elementos del contexto que nos han llevado a ésta situación. Me pregunto que necesita la humanidad para cambiar.
¿Ni con hecatombes, guerras y muertes a millones, con el correlato de sufrimiento mental que eso conlleva, con un planeta destruido e invadido de plásticos cambia un estilo de vida que es voraz, predador, suicida y aniquila psicológicamente a las personas?

¿Qué estilo de vida es éste?

El modelo tradicional masculino de entender la vida y las relaciones humanas.  Un modo de vida  basado en el poder, el dominio, la competitividad, el culto a la violencia, el arte del engaño que es la guerra (bélica, económica, social o amorosa), el desprecio a la empatía, un estilo de vida basado en la frialdad y en la falta de “sentir con” el/la otra. Un estilo de vida que hace años debió ser matizado y modificado, pero que lucha por mantenerse presente hasta la actualidad.

Virus y distancia social

La distancia social, existía antes de que el virus diera al traste con nuestras certezas. Estamos viviendo en un mundo donde impera la ley del más fuerte, del dinero, de la compra-venta de cuerpos y almas, donde nadie ni nada tiene valor sino precio… Un estilo de vida perverso en el que el neoliberalismo capitalista, unido al patriarcado violento ha impuesto a la humanidad con un alto  coste en salud y en salud mental  no sólo a las mujeres sino también a la infancia y a los hombres, violentos y no violentos.(OMS 2008, OMS Agenda 2030). La cercanía social era un mito.

El virus ha parado este mundo…. Pero el patriarcado masculino continúa enseñando sus fauces, su estilo feroz, frío y despiadado, queriendo imponer su ley al propio virus…, cambiando mascarillas por prisioneros, subastándolas o quitándoselas al resto de seres humanos, acabando con el más débil, destrozándolo física y psicológicamente

¿Queremos volver a la misma sociedad? ¿Es esto posible?

Tal vez sea ésta la última oportunidad, si no queremos que el planeta muera, para construir una sociedad basada en mayores cotas de empatía, de cuidado mutuo, de justicia social…, todos valores tradicionalmente femeninos y arrinconados. Las ONGs están llenas de mujeres, el voluntariado, la iglesia que cuida, no la jerárquica, también…., los gobiernos liderados por mujeres están demostrando otra manera de gobernar de calidad bien distinta a la masculina tradicional, con mayor eficacia y empatía con sus pueblos y con  “cifras de contagios y defunciones que hablan por sí solas” (Marta Fraile, 17 abril 2020, Tribuna de Opinión, EL PAIS)(Ignacio Varela Díaz, ondacero.es/programas/por-fin-no-es-lunes/)

El Movimiento Feminista reclama el fin del poder de la violencia masculina en todos los niveles (macro, meso y micro), de su ferocidad sexual, comunicativa, financiera y política, no solo por su feroz misoginia, sino porque es otro virus que acaba con la salud mental de toda la población, estimulando la competitividad en detrimento del cuidado, primando un ideal de omnipotencia, frente a la vulnerabilidad que tenemos todos los seres humanos
.
Las profesiones sanitarias y de modo especial la salud mental, son ramas del saber científico, que intervienen en los estilos de vida de las personas y de los contextos donde habitan, junto con las profesiones educativas, judiciales y las relacionadas con el ocio y la cultura,  tenemos, ahora un reto y una oportunidad:
·         La Oportunidad de ser firmes activistas para educar a las nuevas generaciones – sobre todo las generaciones masculinas – en el valor de la paz, la asertividad, la cooperación, el cuidado propio y de los/as otros/as y la no competitividad, de la justicia social y de enseñar a no tolerar unos medios de comunicación que ensalzan la testosterona hasta la extenuación.
·         El Reto de construir sociedades en ciudades  y pueblos basados  en la igualdad de género y en el contacto intergeneracional, en la que las personas mayores no sean arrinconadas y todas las generaciones  convivan y tengan respeto mutuo.

Digamos NO a esta ferocidad ancestral.  Como señala la teóloga feminista Mercedes López Herrera, “Me aferro a los brotes de esperanza de mujeres y hombres  que comenzaron hace tiempo  a modificar esta cultura patriarcal”.

No tendremos otra oportunidad, me temo


                                                                                              Sevilla, 26 de abril de 2020


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