SOBRE TELEPSIQUIATRÍA PARTE II

SOBRE TELEPSIQUIATRÍA Parte II

Ander Retolaza -Psiquiatra-

Quizá haya obviado alguna actividad o tipo de paciente y, por supuesto,  todo lo que he mencionado es muy conocido. Pero me parecía necesario este repaso para tratar en condiciones de la cuestión que nos ocupa. No voy a entrar aquí en una propuesta, ni siquiera general, sobre cuáles de las circunstancias mencionadas parecen más o menos propicias para el uso de TICs. Tampoco mencionaré cuáles de estas posibles tecnologías, según sean sus características, pueden sernos de utilidad y de qué manera emplearlas. La idea central es que se trata de tecnologías complementarias, no sustitutivas. Por ello hay que entenderlas como instrumentales, no como alternativas absolutas. Se trata también de estar atentos a sus posibilidades de ampliación y desarrollo más allá de lo actualmente conocido. En este ámbito la creatividad está a la orden del día y es de esperar que novedades con posibles avances se sucedan sin descanso en los próximos años. Por el lado contrario hay que clarificar sus límites, bien sean técnicos o éticos. Su uso, como el de cualquier otra actividad a realizar en un servicio sanitario público, debe quedar bien enmarcado en las líneas básicas de lo que entendemos por Psiquiatría Comunitaria (accesibilidad, equidad, responsabilidad, coordinación, eficiencia, atención continuada, proporción en las intervenciones, prevención, etc.). Y todo ello incluyendo una perspectiva social, participativa e integrada en el entorno (7).

Lo anterior nos obliga a tener una visión muy atenta respecto a la ubicación y accesibilidad de nuestros servicios, como también a su composición profesional. Algunos aspectos esenciales para poner en evidencia hacen referencia a los horarios y el lugar en los que atendemos a nuestros pacientes. Para muchos de ellos (los ancianos por ejemplo) el hogar en el que viven debiera de ser el centro básico para cualquier atención sanitaria, incluida la SM. En cuanto a la cuestión del horario de trabajo, la disponibilidad para dispensar atención comunitaria (y no solo hospitalaria de urgencias) en horario de tarde o de noche, debiera empezar a ser una exigencia generalizada para una psiquiatría de calidad. El hecho de que nosotros trabajemos y descansemos en el mismo horario que muchos de nuestros pacientes dificulta el acceso de estas personas a nuestros servicios y los discrimina.

 

Para reflexionar adecuadamente sobre las indicaciones y contraindicaciones de las TICs estos y otros factores similares han de ser tenidos en cuenta. No podemos ni debemos renunciar a la atención presencial por todo lo que sabemos que aporta a nuestros pacientes (y a nosotros mismos, cuando sabemos administrarla correctamente). Pero aún ignoramos en qué condiciones nos vamos a ver obligados a dispensarla durante un tiempo indeterminado. Ello va a repercutir en que su valor aumente al tratarse de un bien escaso. Se hace preciso saber muy bien cuándo, con quién y para qué es imprescindible una consulta presencial, cuándo útil y cuándo sencillamente aporta poco o nada.

La Telepsiquiatría debe ser considerada, sobre todo, cuando la alternativa es la no atención o la atención deficitaria, cuando facilita la accesibilidad a nuestros servicios y cuando es la preferida por algunos pacientes. Digo que debe ser considerada, porque (tanto desde una perspectiva ética como desde una perspectiva práctica) nos vemos obligados a reflexionar sobre ella, sobre sus pros y sus contras. No a aceptarla o rechazarla sin más.

 

En un futuro inminente nos vamos a ver abocados a decisiones nuevas sobre viejos problemas: ¿Cómo defender en público y en privado la posible contraindicación de un tratamiento mediante Telepsiquiatría para un determinado paciente que ha especificado su preferencia por la misma? ¿Cómo argumentar y forzar (si es que ello es posible o recomendable) la presencia en consulta de alguien que, debido a sus síntomas, se escabulle de la misma y opta por una distancia tecnológica de carácter defensivo?

 

Debido a la Pandemia COVID-19 muchos de los centros comunitarios, tanto de AP como de SM mantienen todavía una atención presencial muy limitada. Y cuando se abren a las necesidades de su comunidad están desbordados, especialmente los de AP. Ya han pasado seis meses de pandemia y, por lo que parece, esta situación puede durar aún bastante tiempo. Cosa que probablemente cree tendencia en diversos aspectos y costumbres. Mantener a algunos de nuestros pacientes con una accesibilidad suficiente va a hacer necesario combinar atención a domicilio y TICs (por ejemplo en el caso de los ancianos con movilidad deficiente). Pero también nos vamos a ver exigidos para el uso de TICs en el trato con niños y adolescentes ya nativos en Internet. Por no hablar de sus padres y profesores.

 

Es innegable que la necesidad de recursos humanos es muy evidente tras años de escasez y recortes. Tampoco aquí es aceptable la sustitución de lo uno (Profesionales cualificados) por lo otro (Tecnologías de efectividad y contraindicaciones aún desconocidas). Pero también se hace necesario solicitar y exigir recursos en TICs puestos al día y útiles para nosotros y nuestros pacientes. Finalmente hay que investigar (5).

Tenemos que diseñar intervenciones, ponerlas a prueba y medirlas. Necesitamos conocer no sólo su efectividad, sino la satisfacción con las mismas de usuarios y profesionales (por cierto, también la de los gestores y responsables económicos).

Sirva esta tabla, sobre “TECNOLOGÍAS DIGITALES (TICs) Y CUIDADOS EN SALUD MENTAL (SM): 10 PRIORIDADES A INVESTIGAR”, como puntos de reflexión

Traducido y Adaptado de James Lind Alliance Priority Setting Partnership (2018)

 

1.-¿Cuáles son los riesgos y beneficios de proporcionar cuidados en SM mediante TICs? ¿Cuál es el impacto de renunciar a la interacción presencial?

2.-Cómo pueden afectar determinados estados mentales (depresión, psicosis,…) a la forma en la que las personas se relacionan con las TICs?

3.-¿Cómo pueden ser maximizados los resultados de diversos tratamientos habituales (medicaciones, psicoterapias,…) mediante el concurso de las TICs?

4.-¿En qué momento del proceso terapéutico (intervención en crisis, prevención, alianza terapéutica, mantenimiento, recuperación,…) pueden resultar más seguras y efectivas las TICs?

5.-¿Cómo deberían ser evaluadas y acreditadas las aplicaciones digitales (apps.) en SM?

6.-¿Cuál es el impacto de las TICs en la organización de los servicios de SM (Accesibilidad, Tiempos de espera, Sistemas de citación, etc…)?

7.-¿Cuál es la efectividad de las terapias realizadas mediante TICs frente a las realizadas cara a cara?

8.-¿Podrían algunos elementos esenciales de la terapéutica (empatía, mímica, comunicación no verbal,…) ser mantenidos en las intervenciones digitales?

9.-¿Podrían ser útiles determinadas TICs para facilitar la accesibilidad a los servicios de SM de algunos grupos de población (minorías étnicas, personas sin hogar, poblaciones rurales alejadas,…) con dificultades para recibir cuidados cuando los precisan?

10.-¿Cómo utilizar las redes sociales en Internet para facilitar una conexión efectiva a las personas con Trastorno Mental en riesgo de exclusión por aislamiento?

Hollis C, Sampson S, Simons L y otros: Identifying research priorities for digital technology in mental health care: results of the James Lind Alliance Priority Setting Partnership. www.thelancet.com/psychiatry. Published online august 28, 2018. http://dx-doi.org/10.1016/52215-0366(18)30296-7

 

Tenemos por delante un camino pleno de posibilidades y de trampas. Hay que desbrozar y preparar el terreno para adecuarnos a un futuro que, para bien o para mal, la pandemia ha hecho presente.

 

 

 

 

 

 

Referencias

1.-Arnberg FK, Linton SJ, Hultcrantz M, Heintz E, Jonsson U. Internet delivered psychological treatments for mood and anxiety disorders: a systematic review of their efficacy, safety, and cost-effectiveness. PLoS One. 2014;9:e98118.

 

2.-Hadjistavropoulos HD, Pugh NE, Nugent MM, Hesser H, Andersson G, Ivanov M, et al. Therapist-assisted Internet-delivered cognitive behavior therapy for depression and anxiety: Translating evidence into clinical practice. J Anxiety Disord. 2014;28:884–93.

 

3.-Vis, C. ,MasterMind Consortium, et al. (2015). Implementing and upscaling evidence-based eMental Health in Europe: The study protocol for the MasterMind project. Internet Interventions, 2(4), 399-409.

 

4.- Nature Medicine: Thinking big in Mental health. Nature Medicine, 2018: 24:1; doi: 10.1038/nm.447

 

5.- Hollis C, Sampson S, Simons L y otros: Identifying research priorities for digital technology in mental health care: results of the James Lind Alliance Priority Setting Partnership. www.thelancet.com/psychiatry. Published online august 28, 2018. http://dx-doi.org/10.1016/52215-0366(18)30296-7

 

6.-Schulte F.: COVID-19 Fuels Explosive Growth in Telehealth and Fraud Concern. Medscape. April 26. 2020

 

7.-Thornicroft G, Tansella M. The Mental Health Matrix. A Manual to Improve Services. Cambridge UP. 1999. Trad. Esp. La Matriz de la Salud Mental. Manual para la mejora de servicios. Madrid. Triacastela. 2005.

 

 

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